No sé que hago aquí, no sé cómo llegué, la vida otra vez me ha dado un puñetazo cósmico, se alinearon los planetas en mi contra o simplemente soy un saladazo nivel presidencial. Estoy de nuevo en mi espacio seguro, el más seguro de todos, aquel lugar en el que de adolescente podía escribir mis pensamientos, anécdotas, chistes malos, y aunque sigue siendo el mismo lugar el mundo ya no es como antes y nos hemos hecho viejos y sabios, algunos más sabios que viejos y otros más viejos que sabios, en cuanto a mi soy viejo pero lo de sabio no se cuándo me va a llegar, sigo tomando decisiones malas, sigo tomándome a veces las cosas a la ligera, y tras una serie de eventos inesperados, un par de semanas sin poder dormir y con 5 kg menos de peso, tuve la necesidad infinita de volver a mi espacio, quizás ya nadie me lee, ya nadie entra al blog de Freddy a revisar las tonterías que escribía pero que de cierta forma a muchos les agradaba, muchas personas que apreciaba y que quizás ya no están presentes en mi vida rieron por aquí y ahora todos son adultos responsables, trabajadores, borrachos, cada quién destruyendo su vida a su manera (sobretodo los que se casaron). Ya más de una década ha pasado desde que el Freddy adolescente venía aquí entusiasmado a contar sus aventuras y ocurrencias, ahora un Freddy adulto con problemas de ansiedad llega aquí en búsqueda de su rincón olvidado para sentirse seguro y poder respirar. Mi vida está de cabeza, pero si algo he de aprender de los últimos hechos anecdóticos (pero confidenciales ñañañaña) es que la zona de confort no siempre es mala, puede estar en un espacio rutinario de tu vida pero no significa que sea malo.
Si algo bien dicho he de aprender es que si se está mal, siempre se puede estar peor. Y que esta entrada de mi blog olvidado y lleno de telarañas algún día me pueda recordad de lo alterada que estaba mi vida en este espacio y tiempo, y ojalá que algún día pueda recordar esto y reir, reir como adolescente sin preocupaciones.
Lo efímero es eterno en otra línea de tiempo.
